Acerca del incidente con Paraguay

Publicado //
Nunca me ha gustado "explicar el chiste" a quien no lo ha cogido, pero allá vamos:

Hace poco más de una semana me vi involucrado en una turbia polémica de carácter internacional, después de protagonizar un sketch televisivo previo al partido España - Paraguay del Mundial de fútbol.

En dicho sketch interpretaba a Pedro M. Estuardo, un personaje contrario a la selección española, ataviado con gafas y nariz de plástico, que utilizaba desde el comienzo del campeonato todo tipo de malas artes para desconcentrar al equipo español. La idea era crear un personaje odioso y despreciable que diera el contrapunto a la euforia generalizada, un aguafiestas que provocaba rechazo y risa a la vez, debido a la pataleta continua, a lo absurdo, vil y desmesurado de sus actos.

Antes de otros partidos, llamó de madrugada al hotel de los jugadores para dar bocinazos, les insultó y descalificó repetidamente con datos falsos, dijo que España era el cuarto país de la península, que perderían con el Albacete juvenil femenino, que Del Bosque había trabajado mucho para elegir a los peores 23 jugadores entre cuarenta millones, que todos los goles españoles eran con la mano y en fuera de juego, se vistió con la camiseta de Honduras, desfiló con la bandera portuguesa, incluso había hecho vudú con un muñeco de Piqué para llevar la desgracia a la Roja. En este contexto, dos días antes del partido frente Paraguay, Estuardo decía que había apadrinado a una niña paraguaya, Zunilda, y a continuación la supuesta niña, con las mismas gafas y nariz del personaje (¿se puede hacer más obvio el esperpento?), aparecía en un lastimoso vídeo con el burdo objetivo de apenar a los jugadores españoles y que éstos se dejaran ganar por Paraguay.

Viéndolo desde dentro no podía pensar que iba a causar un conflicto como el que en efecto se produjo. Se trataba de un sketch con cierta acidez dentro de la progresión del personaje, pero nada más. De hecho, las descalificaciones que Estuardo dedicaba a España (al equipo y al país) eran mucho más ofensivas, pero se entendieron como lo que eran, partes de un guión humorístico en un late night.

El error estuvo en no prever ni anticiparnos a lo que se podía hacer con ese vídeo sacado de contexto, precisamente lo que hicieron a la mañana siguiente en el periódico La Vanguardia: mostrar el sketch y titular "En Cuatro humillan a una niña paraguaya". No me voy a hacer el sorprendido por semejante falta de ética periodística a estas alturas, pero me parece una manipulación evidente de la información. ¿A qué niña se referían? ¿A mí con un disfraz, una peluca y una nariz de plástico? ¿Alguien se molestó en ver diez minutos del programa y poner al personaje en situación?

A partir de ahí, la noticia se extendió a otros medios, muchos de los cuales utilizaban el mismo titular, y todo ello se vio muy amplificado cuando entró en escena el embajador español en Paraguay, el señor Miguel Ángel Cortizo. En declaraciones a una radio paraguaya, Cortizo tildaba a los autores del vídeo de "descerebrados", "basura", o "vergüenza". El problema es que, antes de nada, declaraba que en realidad sólo había "escuchado el audio" y por tanto ni siquiera conocía la procedencia el documento, según admitió. Supongo que las habilidades diplomáticas que debe tener el señor Cortizo implican matizar las situaciones, no echar leña al fuego y, por lo menos, informarse bien sobre el tema en cuestión. Parece que en esta ocasión optó por la otra vía, una vía más de tertulia de sobremesa, más de "yo no lo he visto, pero..."

Por cierto, el embajador también me acusaba de faltar al "respeto del pueblo paraguayo", una de tantas afirmaciones que han alentado a mucha gente a acusarme de racista y xenófobo, algo muy alejado de la realidad. Me gustaría comentar que mi respeto por el pueblo paraguayo es el mismo que tengo por el pueblo brasileño, laosiano, alemán, estadounidense, nigerino o por el pueblo español, sin ir más lejos.

En esas circunstancias y partiendo de una información, según mi modo de ver, muy sesgada, las corrientes de opinión se desbordaron totalmente, con multitud de españoles indignadísimos y heridos en su sensibilidad multicultural. A su vez, los paraguayos, en cuyo país la noticia de la niña humillada alcanzó portadas y telediarios, saturaron todos los canales de comunicación conmigo para insultarme y, en la mayoría de los casos, que eran realmente muchos, amenazarme de muerte. Hubo (y aún hay) especial hincapié en, literalmente, "apuñalarte por la calle hijo de mil putas" y en "esperarte en la puerta de tu casa para apalearte con un bate a ti y a tu puta madre".

Dentro de estas críticas generalizadas y constructivas, ha habido una parte que me ha llamado especialmente la atención: las que se referían a mi ignorancia y desprecio por la cultura latinoamericana, basándose en los datos que daba Estuardo/Zunilda sobre Paraguay. No hizo sino acrecentar mi sorpresa ante la dificultad que tiene mucha gente para diferenciar personaje de actor. La verdad es que la idea del guión era ofrecer datos muy inexactos y surrealistas, justamente para remarcar lo demencial y caricaturesco de Estuardo. En concreto, estamos hablando de afirmaciones como "me envía rupias", "a mi abuela la violó Hernán Cortés" o "mi familia ha vendido el manatí". ¿Rupias? (!!!) ¿No es todo muy evidente? No hay forma de demostrarlo pero, en serio, si sé lo que es un manatí también sé que no es un animal doméstico que una familia vende cual gallina.

En fin, posiblemente no debo pretender que la gente vea un vídeo y se informe de su contexto, como si fueran periodistas o embajadores, ni pretender que una pieza se evalúe como lo que es y no como lo que "parece así de primeras", ni siquiera suponer que se distingue a la persona del personaje; por otro lado aprendo que: niños + imitar acentos + fútbol = exacerbación gratis para todos.

Por supuesto también entiendo que alguien se sienta dolido con lo que considera una ofensa a su país, y como sentirse dolido no es bueno sino que es malo, me disculpo sinceramente ante ellos.