El hombre contra la máquina

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En la última planta del edificio de la Cadena SER hay una sala para comer con máquinas de venta automática, donde lo mismo ves a uno de mantenimiento aplicándose unos donettes como a Javier del Pino apretándose un phoskito. Yo subo a diario porque mezclan los dos productos esenciales de la dieta mediterránea original: zumo de naranja y bollería industrial.

Estas máquinas son claramente caprichos que Jesucristo nos ha concedido, pero a veces fallan, y entonces las contradicciones del progreso caen sobre ti como granizo gordo. En concreto la máquina del zumo de naranja es muy propensa al escaseo: siempre esperas que salga un barreño entero pero a menudo obtienes apenas un dedo de zumo en el fondo del vaso de plástico. Ahí puedes optar por el conformismo y la pasividad o dejarte llevar por los ecos de los tambores del 15M y pelear por lo tuyo. En ese caso, en el lateral de la máquina hay un cartelito que dice: 

Ante cualquier incidencia puede contactar por whatsapp en el número xxxxxxxxx. 
Código de la máquina: 5781 

Nunca pensé que necesitaría llegar hasta el extremo de contactar directamente con la máquina del zumo, pero hace unas semanas Manolete me dio el soplo de que Arda Turan se iba del Atleti, lo cual me enajenó, y en esos casos sólo un buen zumo me devuelve el juicio. Subí a la carrera hasta la última planta, introduje el cash en la máquina y a cambio recibí un vaso casi vacío. Aquello fue demasiado. Fue la gota que colmó el vaso, paradójicamente. Miré el cartel de las incidencias, guardé el número de la máquina de zumo en mi agenda con el nombre MÁQUINA ZUMO y le escribí por whatsapp: 


La conversación no estaba siendo fluida, eso es verdad, pero al fin y al cabo se trata de una máquina zumo, la inteligencia artificial tiene sus límites. No desesperé e insistí, ya centrándome en el problema:


Sentí en mis manos toda la fuerza de la supremacía humana frente a las máquinas, y atisbé siglos venideros de vasos llenos de zumo en la SER, toda una era dorada por delante, donde la cascada del zumo nunca sería interrumpida; y sin embargo, sólo una semana después me vi desengañado: 


Ni saludos, ni buenos modos ni hostias. Give me the zumo.


No hay nada como una posible revuelta popular para que el establishment del zumo mueva el culo. Victoria. La próxima vez que José Ramón de la Morena o Angels Barceló quieran endulzarse el galillo, pueden estar seguros de que en la máquina zumo HAY ZUMO.

Sin embargo, las incidencias con las máquinas de las comidas no acabaron ahí. Al cabo de pocos días, fue la máquina de bollería industrial la que falló, en este caso en mi beneficio. Aquí la conversación completa con MÁQUINA GALLETAS, sin paños calientes:


Me zampé las dos bolsas como hay dios.  



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El hambre en Asia

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Casi todas las tardes me meto en Google Imágenes y escribo "niño gordo", y con tan poca cosa paso el día. Veo unas cuantas fotos de niños gordos y me río mucho y me imagino que me los como y les dibujo mentalmente una nariz de lechón, y todo ello me provoca una alegría que me ayuda a sobrellevar la molicie de la vida contemporánea.

Aún así, los mejores niños gordos se repiten en las primeras páginas de resultados, y ya me conozco de memoria sus mofletes y sus papadas y sus facciones porcinas. Por eso, hoy he decidido innovar y añadir un término a mi búsqueda habitual: "NIÑO GORDO CHINO". Esperaba unir lo mejor de los dos mundos, los niños gordos y los niños chinos, a cuál más gracioso.

Creo que ha sido la mejor idea de mi vida, porque he descubierto a mi nueva inspiración, mi musa:

"MADRE, RELLÉNAME LA ESCUDILLA, QUE ME HE COMIDO TODO EL CONTENIDO DE LA ESCUDILLA PERO TODAVÍA TENGO MUCHA HAMBRE"

Ahí está. El niño más chino y más gordo que jamás ha habido. La criatura más bella sobre la Tierra. La esperanza de la humanidad. Dios te salve, niño gordo chino.
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El terror blandito

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Pensé que era un buen día para comprar una esponja y ahora voy a morir.

No quiero pecar de exagerado, pero la situación es compleja y turbadora y de poca risa. Esta mañana he pensado que ya iba siendo hora de sustituir mi esponja de baño, puesto que se encontraba reducida a un gurruño informe que no permitía una correcta utilización, y al final siempre tenía que recurrir a una frotación manual, sobre todo en la parte que comprende las ingles y los huevos por detrás hasta el culo, sin dar muchos detalles.

Así pues, he ido al supermercado y me he hecho con una esponja. Parecía una esponja cualquiera, graciosa incluso. He recuperado su envoltorio, es éste:


Como se puede observar, ofrece una "higiene divertida para los más pequeños", y a mí la higiene sólo me gusta cuando es divertida, no cuando es aburrida y sórdida y tiene que ver con cambiarse la dentadura y cortarse las uñas. Por otro lado, me he sentido bastante rebelde desafiando las leyes del marketing y comprando un producto del cual no soy target comercial, al no pertenecer a "los más pequeños". De hecho, me he sentido tan rebelde que me han entrado unas ganas irrefrenables de votar a UPyD, pero como no es día electoral pues no he podido.

Por si estos no fueran motivos suficientes para comprarla, la esponja tenía forma de gato pequeño sonriente. De gatete. De GATETE CHICO.
Un gatete bicolor, azul por un lado y rosa por el otro, con el terrible peligro de que un día laves al niño con el lado rosa y se te vuelva bujarras, o laves a la niña con el lado azul y se te vuelva puta, porque ya sabemos que en España el equivalente femenino de maricón es puta.

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Acerca del incidente con Paraguay

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Nunca me ha gustado "explicar el chiste" a quien no lo ha cogido, pero allá vamos:

Hace poco más de una semana me vi involucrado en una turbia polémica de carácter internacional, después de protagonizar un sketch televisivo previo al partido España - Paraguay del Mundial de fútbol.

En dicho sketch interpretaba a Pedro M. Estuardo, un personaje contrario a la selección española, ataviado con gafas y nariz de plástico, que utilizaba desde el comienzo del campeonato todo tipo de malas artes para desconcentrar al equipo español. La idea era crear un personaje odioso y despreciable que diera el contrapunto a la euforia generalizada, un aguafiestas que provocaba rechazo y risa a la vez, debido a la pataleta continua, a lo absurdo, vil y desmesurado de sus actos.

Antes de otros partidos, llamó de madrugada al hotel de los jugadores para dar bocinazos, les insultó y descalificó repetidamente con datos falsos, dijo que España era el cuarto país de la península, que perderían con el Albacete juvenil femenino, que Del Bosque había trabajado mucho para elegir a los peores 23 jugadores entre cuarenta millones, que todos los goles españoles eran con la mano y en fuera de juego, se vistió con la camiseta de Honduras, desfiló con la bandera portuguesa, incluso había hecho vudú con un muñeco de Piqué para llevar la desgracia a la Roja. En este contexto, dos días antes del partido frente Paraguay, Estuardo decía que había apadrinado a una niña paraguaya, Zunilda, y a continuación la supuesta niña, con las mismas gafas y nariz del personaje (¿se puede hacer más obvio el esperpento?), aparecía en un lastimoso vídeo con el burdo objetivo de apenar a los jugadores españoles y que éstos se dejaran ganar por Paraguay.

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