Vengo observando una tendencia a publicar en la prensa escrita fotografías que se encuentran entre lo curioso y lo ridículo. Imágenes en las que un personaje sale retratado con un gesto gracioso, o en una situación impropia de su labor. En verdad no sé si es una tendencia o una simple casualidad durante esta semana, pero me da igual, no necesito muchas razones para criticar e insultar. Sobre todo para insultar.
Pasemos a la primera de ellas. Hace unos días estaba yo leyendo la prensa internacional como hago todas las mañanas mientras tomo té y escucho a Mahler; ya había terminado de subrayar el Frankfurter Algemeine, el New York Times, Le Monde, el Qué Me Dices, el Maxi Tunning y el Black Lesbian Teens. Así que me dispuse a echarle un vistazo a El País, esperando una portada solemne, alguna noticia de alcance, quizá una imagen del Parlamento Europeo o de alguna embajada nórdica con amables musulmanes alrededor poniendo calefacción gratis. Pero no. Me encontré con esto:
Pasemos a la primera de ellas. Hace unos días estaba yo leyendo la prensa internacional como hago todas las mañanas mientras tomo té y escucho a Mahler; ya había terminado de subrayar el Frankfurter Algemeine, el New York Times, Le Monde, el Qué Me Dices, el Maxi Tunning y el Black Lesbian Teens. Así que me dispuse a echarle un vistazo a El País, esperando una portada solemne, alguna noticia de alcance, quizá una imagen del Parlamento Europeo o de alguna embajada nórdica con amables musulmanes alrededor poniendo calefacción gratis. Pero no. Me encontré con esto: